No Country for Old Men (Cormac McCarthy)

23 de abril de 2023   |   por Pedro A. Vega

Uno de los grandes aciertos de Cormac McCarthy en este libro es encapsular una trama compleja en otra simple. Un hombre bueno que hace lo que no debe y, además, lo hace peor por ser, precisamente, bueno: Llewelyn Moss. Un asesino implacable que quita el hipo: Anton Chigurh. El verdadero protagonista: el sheriff Ed Tom Bell, un tipo que tiene miedo y duda. El escenario: la larga y porosa frontera con México, los paletos que la habitan y la todopoderosa guerra de la droga en los años ochenta.

Llewelyn Moss es un veterano del Vietnam –las secuelas psicológicas de la guerra es otro protagonista invisible y retorcido–. Cazando se topa por casualidad con lo que ha sido una batalla de bandas de narcotraficantes en medio del desierto. Encuentra el dinero –una cantidad indecente de dinero– lo coge y vuelve a casa con su jovencísima mujer Carla Jean. A media noche vuelve para llevar agua a un mexicano moribundo al que más le hubiera valido la pena dejarlo morir seco. Es descubierto y comienza el frenesí de la supervivencia.

Anton Chigurh mata porque es su profesión y es excelente en lo que hace. Tiene unos métodos variopintos y una efectividad máxima. Tiene una personalidad laberíntica. Comprobará en el libro qué es capaz de hacer y por qué. Es un personaje que si saliese del libro y comenzase a andar, se felicitaría porque coincide con lo que usted espera de él. Luego, muy probablemente, le mataría.

El sheriff Ed Tom Bell es un héroe clásico y contradictorio. La guerra también está ahí, con él. Arrastra una culpa indeleble y su misión en esta novela es salvar a Llewelyn Moss (es el sheriff del condado donde se produce la matanza de narcos y donde vive Llewelyn) y redimirse. La chapa de sheriff pesa una tonelada.

Ciertos lectores pueden sentir estupor por el final del libro. Recuerden aquello de la trama compleja y de redimirse. Recuerden que en este libro de aparente trama sencilla nada es baladí.

No country for old men
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