Rojo y negro (Stendhal)

14 de julio de 2021   |   por Pedro A. Vega

Nuestro atribulado héroe, Julien Sorel, es un ser bello que conoce el amor de dos mujeres tan diferentes como Mathilde y la señora de Rênal. Una novela del convulso siglo diecinueve tan vigente como anteayer. El amigo Julien sabe de memoria el Nuevo Testamento, además en latín, y admira en secreto a Napoleón, que en aquel tiempo borbónico es un anatema del pasado.

Julien es más amado que ama, atribulado, su vida es una montaña rusa de pasión, de supervivencia y, especialmente, de fina hipocresía. Si usted disfruta diseccionando la psique de los personajes, prepárese para lidiar con el muchacho y de las mujeres no le cuento para que no se espante. Asistiremos en Rojo y negro a la representación de la Francia de provincias -lenta y chismosa, también noble- y un París aristocrático, que nunca seríamos capaces de imaginar sin leer a Stendhal, receloso de un pueblo que ya ha probado la sangre azul durante la revolución. Encontrarán, además, elocuentes diferencias con la sociedad de nuestro tiempo: la política y su hermana, la religión; un modelo de estado que agoniza; el variopinto significado del honor; y las barreras de las clases sociales, tan psicológicas como hereditarias.

Lean, pues, este libro asombroso, comprendan bien el calado de los colores de su título, que me niego a anticiparlo, y disfruten solos o en compañía de un vino del Rin en una copa de cristal verde.

Rojo y negro
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